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Dependiente de ferretería, especie en peligro de extinción

Por Juan Manuel Fernández

Es una queja recurrente en todas las reuniones en las que hay un ferretero o un suministrador industrial, no se encuentran dependientes para los comercios del ramo. La cosa no es nueva pero se acentúa con el paso del tiempo y con los cambios sociales, que alejan a los jóvenes de una profesión que requiere años de formación y tiene unas expectativas poco halagüeñas si pensamos en términos económicos y de progresión profesional.

¿Cuál es el salario medio bruto de un dependiente de ferretería? ¿Qué horario laboral le espera? ¿Cuántos años se necesitan para que se pueda decir con justicia que sabe de lo que habla? ¿Cuáles sus expectativas de crecimiento profesional en un periodo de diez años? ¿Qué prestigio social añadido supone trabajar en una ferretería de barrio? ¿Cómo es el entorno que le espera a un joven que se acaba de emplear en un comercio del ramo? ¿Qué estímulos se le ofrecen?

Desde que la figura del aprendiz desapareció y en el entorno laboral, económico y social triunfaron valores como la jornada continua, la pertenencia a enseñas reconocidas o la innovación y el uso de las nuevas tecnologías de la información como estímulo, la ferretería ha pasado a ser una opción marginal para los que están en búsqueda de su primer trabajo, lo cual, en principio, impide reclutar talento entre las nuevas generaciones.

Si a esto añadimos entornos poco atractivos, pequeños, sin luz, bajo una marca local, sin proyección social ninguna, se entienden los lamentos de ferreteros y suministradores industriales, a los que lo único que les queda es pescar entre colectivos de profesionales que quieren reciclarse por haber perdido su trabajo original: dependientes de grandes superficies y supermercados y, en el mejor de los casos, carpinteros, fontaneros y electricistas; o atreverse con jóvenes sin estudios que se agarran a lo que haya una vez que pasado el tiempo del “ni ni” se convencen que no van a poder vivir eternamente de “los viejos”.

Sé que no pinto un panorama muy idílico, pero, en mi opinión, es lo que hay. Por eso creo que si usted, querido detallista de ferretería, tiene necesidad imperiosa de un dependiente, no le quedará más remedio que elegir entre dos opciones: fichar a alguien en activo de la competencia o rezar para enterarse antes que nadie del cierre por jubilación de un colega y quedarse con el mejor de los empleados que pudiera tener. Es lo que pasa cuando hablamos de especies en peligro extinción, que cada vez hay menos ejemplares y más difícil hacerse con uno de los que quedan.

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Alfonso
Alfonso
09/05/2016 10:31

No puedo estar más de acuerdo con lo que acabo de leer, desde el primer párrafo hasta el último. Que quiere que le diga, la realidad de nuestro trabajo es esa…
Uno como empleador puede buscar fórmulas para que la plantilla esté más a gusto y se cree un buen ambiente de trabajo dentro de lo posible, pero con los tiempos que corren poco se puede garantizar…
Por otro lado lo de tener personal bien cualificado lleva tiempo y cuesta dinero, y todo para garantizar ventas de poco importe, complicadas y con poco beneficio, ya que cuando se trata de algún artículo de mayor valor muchas veces lo único que consigues es asesorar al cliente y “venderle” una máquina que acaba comprando vía web… es decir, le haces el trabajo a “otro”
Es duro, fastidia, pero es así.

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