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Actuaciones a nivel del consumidor y resultados (Campylobacter y la carne de pollo – 3)

Como comenté en el primer blog de esta serie sobre campylobacter y la carne de pollo los consumidores también tienen un papel que jugar para protegerse y evitar infecciones tóxicas. En base a esto, tanto el sector como la autoridad competente lanzaron una serie de campañas de información.

Una de las principales actuaciones por parte de la Agencia de Seguridad Alimentaria fue informar sobre prácticas a evitar como el lavado de la carne de ave antes de su cocinado. Alrededor del 45% de los consumidores británicos declaraban que lavaban la carne de pollo antes del cocinado.

Realizamos pósteres, vídeos y notas informativas para demostrar e informar acerca de cómo esta práctica provoca un salpicado alrededor del fregadero o zona de lavado que puede contaminar otros alimentos expuestos o utensilios de cocina.

Este es el poster con el mensaje “No laves la carne de pollo cruda”.

Para tener un mayor impacto creamos un grupo de comunicación con los grandes supermercados para que nos ayudaran a difundir este y otros mensajes en las tiendas y a través del etiquetado de la carne de pollo.

Otros formatos de información incluían mensajes como cubrir y asegurar el correcto enfriamiento de la carne, lavar las manos y los utensilios de cocina después de manipular carne cruda y cocinar la carne de modo adecuado.

Cuando comenzamos el programa, también éramos conscientes que el embalaje de la carne de ave no era ideal y que había perdidas de goteo de los jugos de la carne, lo que podía suponer un riesgo de contaminación cruzada con otros alimentos. La respuesta de los supermercados fue inmediata e introdujeron embalaje a prueba de goteo. Recuerdo comprobar como después de la introducción de esta medida las estanterías de supermercados dejaron de estar mojadas con jugos de carne.

Vince Bamford.

Otras iniciativas incluyeron el aumento de la proporción de producto presentado de modo que el pollo puede ser cocinado sin necesidad de abrir el embalaje lo que evita el manejo en el hogar y la posible contaminación cruzada. Es el producto listo para cocinar en su bolsa, en inglés “roast in the bag”.

 

Como comenté en los blogs anteriores nuestro objetivo de reducción estaba al final de la línea de matadero para poder comparar resultados desde el estudio de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria del 2008. También decidimos hacer estudios de prevalencia a nivel de tienda o supermercado y determinamos que debido a la reducción natural en los niveles de campylobacter el equivalente del 10% con niveles de más de 1000 ufc/g al final de la línea de matadero es equivalente a un 7% a nivel de tienda. No solo decidimos tomar muestras a nivel minorista sino que además nuestra junta no ejecutiva apoyo la decisión de hacer esos datos públicos en línea con los principios de transparencia de la Agencia y para cumplir con la obligación de dar a los consumidores la mejor información posible para que así ellos puedan tomar las decisiones de compra que crean más adecuadas. Uno de mis post anteriores sobre seguridad alimentaria y transparencia hace referencia a este ejemplo

El siguiente gráfico muestra el porcentaje de pollos con niveles de campylobacter superiores a 1.000 ufc/g de los mayores supermercados del Reino Unido. Estos resultados son para un periodo de un año, desde agosto del 2016 a julio del 2017. La ultima columna engloba el resto de establecimientos como carnicerías pequeñas. En el grafico se ven los buenos resultados que han obtenido los grandes supermercados que representan el 95% de las ventas de toda la carne de pollo que se consume en el Reino Unido.

Por supuesto que la publicación de resultados no fue del agrado ni del sector ni de los grandes supermercados. Algunos medios sensacionalistas publicaron los resultados atacando al sector y a los supermercados. El objetivo de la Agencia nunca fue este ya que siempre se publica esta información asegurándose de que el consumidor también recibe información sobre las actividades que se están realizando para atajar el problema y los consejos de buenas prácticas de higiene. Teníamos una estrategia de comunicación bien meditada para no dañar al sector pero al mismo tiempo cumplir con nuestra responsabilidad como organismo oficial al servicio de los ciudadanos proporcionando una información veraz.

Lo cierto es que la estrategia funcionó y de hecho en todos estos años no solo no se ha detectado una reducción en el consumo de carne de pollo, sino que ha habido un aumento. Nunca cayeron las ventas y creemos que se debe al buen trabajo hecho comunicando con claridad y explicando el problema, las medidas que se estaban tomando y las medidas que los consumidores podían adoptar.

Incluso hemos conseguido que los supermercados hagan sus propios análisis y publiquen los datos. Hemos acordado el protocolo de toma y análisis de muestras y sus actividades deben ser auditables por una organización tercera para tener seguridad que la recogida y el análisis de muestras se hace correctamente. En estos enlaces podéis ver lo que los supermercados están publicado:

Y para finalizar, la gran pregunta es si estas actividades se han reflejado en una reducción en la prevalencia en carne de pollo y si esto se ha visto reflejado en una reducción en el caso de campylobacteriosis en humanos.

La respuesta a ambas preguntas es “sí”, aunque aún es pronto para descorchar el champán y empezar a celebrarlo.

En el caso de la carne de ave la reducción ha sido efectiva en prevalencia y en la proporción de canales con los niveles más altos de comunicación como demuestra el siguiente gráfico.

 

Este gráfico representa el porcentaje de pollos positivos para campylobacter y las proporciones de esos pollos según los 3 niveles de contaminación comparando el mismo periodo de abril a julio del año 2014 y 2017.

En los casos de campylobacteriosis en humanos ha habido una reducción cuando se comparan los resultados de los últimos años con la media desde el 2008 al 2013. La reducción de unos 15.000 casos confirmados en laboratorio sería equivalente a 100.000 casos menos en la población general. Pero en mi opinión aún es temprano para cantar victoria, necesitamos más años para ver si esta tendencia se mantiene y seguir analizando estos resultados con los estudios de atribución que estamos también llevando a cabo.

Mi último mensaje es que este es un buen ejemplo de una política de salud alimentaria donde ha sido posible trabajar con el sector sin necesidad de recurrir a herramientas legales, que la colaboración ha sido fructífera, que los consumidores han estado involucrados y que la apertura y transparencia no ha afectad negativamente al sector, probablemente, al contrario, ya que ha dado a los consumidores confianza en el trabajo bien hecho.

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