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Una fresa se sincera

No entendía la situación; había sido concebida para desbastar de la forma más eficiente posible y llevaba por lo menos cuatro años en el estante esperando que alguien la comprara.

Toda una fresa frontal de desbaste, forjada con la aleación de metal más sofisticada y pensada para desempeñar un trabajo preciso, limpio; y para durar muchas horas girando sin descanso acoplada, a diferentes revoluciones, con una de esas máquinas relucientes y engrasadas, ergonómicas hasta decir basta en una coyunda fructífera y voraz.
Ni se había estrenado; deprimente.

Entre sus primeros recuerdos, aquel calor extremo y sus átomos, confusos, pactando diferentes densidades con aquellos primos con quienes la obligaron a mezclar sus células. ¿Cómo se llamaban? Vanadio, Wolframio o ¿era molibdeno? Luego, la líbido alterada, cuando aquel robot -¡qué prestancia!- la había incrustado entre sus hermanas de camada.
Después la breve espera en el almacén, siempre el reflejo de la nieve en la ventana y un largo viaje en camión hacia tierras más cálidas.

¡Qué nervios el día del debut! Anclada a un expositor bicolor de nueva generación, sus 8 mm de diámetro refulgían sin desmayo en aquella coqueta ferretería manchega. El mecanismo sonoro que anunciaba la apertura de la puerta de entrada no paraba de chillar y cientos de profesionales, con las botas sucias, se acercaban con descaro para palpar la mercancía; más de una vez pensó que la tocaba salir a escena. Incluso una vez llegó hasta el mostrador; ahí comenzó su mala suerte. Un dependiente despistado confundió su ubicación en el expositor y tuvo que ver, desde la esquina, como sus compañeras iniciaban el viaje sin retorno. Cuando la tocó volver hasta su hueco original, la campanilla apenas sonaba.

Ahora nadaba en un mar de polvo y compartía espacio con un destornillador y una maza que ni siquiera eran de la misma marca. Los pobres, más de una vez se habían despeñado, incapaces de relajarse en unos ganchos que no estaban pensados para ellos. Como colofón al desastre, los habían tapado con un contenedor lleno de bombillas de bajo consumo de las que, además, decían que eran chinas ¡El colmo del desprestigio!

Corría el mes de diciembre de 2011 y la radio no paraba de gritar lo estresados que estaban los mercados  y la escasa fiabilidad de casi todo lo que nos rodeaba. Hasta ETA decía que ya no iba a matar más….

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El blog de Javier Barrio » Crítico Punto de Venta
El blog de Javier Barrio » Crítico Punto de Venta
04/04/2013 09:03

[…] pasada el video que está colgado en la web de C de Comunicación y me vino a la cabeza aquella fresa sincera que inauguró este blog en diciembre de 2011 y a la que dejé cubierta de polvo en un lineal […]

Diego Barahona (MARCA)
Diego Barahona (MARCA)
09/01/2012 18:08

Gratamente sorprendido. Bonita fábula. ¿Habrá segunda parte?¡¡¡Te animo a seguir con éste blog!!!

Manuel Castro (Cies)
Manuel Castro (Cies)
15/12/2011 12:48

Que bien escribes Javier. Vidas paralelas las de tu pluma y la fresa del texto…Algún día ella desbastará y tu me dedicarás, ojalá, tu primer libro.Que bien escribes Javier!

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