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Conjugar sus pieles con útiles cables

En una era de la tecnología y que tiende a la automatización como en la que nos encontramos, resulta extraño volver a valorar cuestiones tan básicas y ya tradicionales como las personas. Un aspecto esencial que ahora en las empresas llaman “recurso”, que forma parte de esa larga lista que tienen todas las compañías y que funciona como caja desastre de herramientas que sirven para acumular beneficio.

En esa caja, las personas han ocupado un papel más, como el resto de recursos o herramientas que se esconden en ella. Y, de hecho, muchos aseguran –y así lo creo yo- que llegará un momento en el que este maletín, más propio de los tradicionales ferreteros que de los actuales empresarios, deje de existir para conjugar toda la esencia de los negocios en una pantalla de 5 pulgadas. 

Y en ese contexto, ¿dónde queda el talento?

Podría ser una buena pregunta para los líderes de las empresas de este país. Un país que parece haber olvidado la importancia de atraer, generar y retener su talento, que, por cierto, es, indiscutiblemente, la principal base de su éxito. Sea el caso que sea.

De hecho, no solo me atrevo a preguntárselo, sino que me voy a arriesgar a dejarles los datos sobre la mesa, para que entiendan que lo que les quiero transmitir no es una cantinela más. Sino la respuesta para el futuro de sus negocios.

Me limitaré a parafrasear a José López Vargas, ex vicepresidente mundial de Operaciones de Nestlé, durante su intervención en el último Congreso AECOC de Supply Chain, en el que afeaba tajante que no podemos consentir que España se encuentre en el número 36 del Ranking IMD 2018 y menos teniendo en cuenta dónde tenemos, como país, las peores posiciones (de la 54 a la 58 de 63 puestos en total): “formación a empleados, atracción y retención del talento y valores corporativos”. Probablemente este sea el verdadero fallo de nuestras empresas. Que todavía no saben que, como bien indicó López Vargas, las buenas empresas sobrepasan los resultados porque prestan atención “al talento, la sostenibilidad, el equilibrio y la ética. Claves del futuro”.

Y es que en la logística sufrimos este mal de una manera espectacular. Y no nos queda otra, queridas empresas, que ponernos las pilas y estar muy atentos para evitar fallar.

Es un sector absolutamente tecnológico y en el que la automatización está dominando las más importantes operativas, logrando tiempos y costes más reducidos y eficiencias con las que los humanos no podemos competir.

Todo ello favorece nuestro sector. Lo hace más eficaz, eficiente, competitivo, rápido, inteligente y conectado. Es, sin duda, un auténtico beneficio por el que yo misma apuesto. Porque es evidente que, sin conectividad y automatización, la logística tiene poco por hacer si quiere seguir liderando como industria. Pero que no se olviden nuestras personas. Que no se olviden los humanos. Que sin ellos las empresas van a encontrar un hueco vacío que ninguna máquina va a poder llenar. Que los robots y las personas son perfectamente complementarios y su simbiosis es perfecta y puede dar –y da- resultados increíbles.

Y miren que soy de las que asegura que cuando se avanza tecnológicamente no se destruyen empleos, sino que estos evolucionan y se sofistican. Pero dejemos que eso pase de verdad e invirtamos en ello. Porque no hay nada más mágico y potente que conjugar las necesarias pieles de los humanos, con útiles cables.

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