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¡Cambio!

Da igual hacia dónde miremos. Da igual dónde se lea y sobre lo que se lea, en esta revista o en cualquier otro medio… Véase, el otro día en esta página me llamó la atención “…las principales barreras de la digitalización no tienen que ver con la tecnología. La cultura y la resistencia al cambio dentro de las compañías siguen siendo los principales obstáculos para la transformación digital… se puede observar que hasta un máximo del 50 por 100 de las empresas está dispuesto a invertir…

En todo hay una constante… El CAMBIO. Y eso no cambia.

¿Y cómo lo abordan nuestras empresas?

No nos queda duda de que cambiar… todos cambiamos. A la fuerza ahorcan. Pero otra cosa es llevar a cabo una gestión eficaz del cambio empresarial. Las claves del éxito no son infalibles, pero sí existen ciertas prácticas que nos ayudarán a poner en marcha el cambio.

No quiero ponerme muy formal hablando de los diferentes modelos de gestión del cambio, que hay varios. Más bien repasar aspectos comunes que comparten todos ellos y de sentido común en cualquier sector. En este caso aplíquese a la industria logística.

Se parte del diagnóstico de la situación de nuestro negocio y de la prescripción de lo que creemos que necesitamos cambiar para dejar atrás una situación actual que no deseamos y llegar a otra que es más adecuada para nosotros y nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo. Deben existir buenos motivos que impulsen ese cambio: mejorar la competitividad, estrechar lazos con los clientes, perfeccionar los productos, aumentar los nichos de mercado o mejorar el posicionamiento de la marca.

Claro que, como ante cualquier decisión a tomar, siempre habrá riesgos. Por eso, antes de emprender cambios importantes toca hacer una correcta evaluación de riesgos. Para poder anticipar la reacción si las cosas se tuercen. Esta gestión del riesgo debe seguir activa durante todo el periodo que dure el proceso de cambio.

¿Y cómo sabremos el impacto que está teniendo el cambio?

Es esencial poder medirlo. Más allá de indicadores específicos del área a controlar y mejorar, parece que el ROI es el indicador general más adecuado. Cuál es la relación entre el resultado obtenido y la inversión, económica y de esfuerzo, necesarias para impulsar el cambio en la empresa.  

Pero no hay proyecto de cambio que triunfe si los equipos de trabajo implicados no compran la estrategia de la dirección y la hacen suya. Y no vale quejarse del fracaso porque la tropa no siguió al líder. Para que unos compren, los otros tienen que vender.

Este es el factor crítico. Ser capaces de involucrar a las personas. En cualquier proyecto de cambio es clave la estrategia de comunicación interna. Antes de explicar el qué y el cómo -el plan de acción- es fundamental ser claros en el por qué y el para qué. La transparencia en la información ayudará a que todos los implicados se suban al carro del cambio de la organización y que hagan suyo el proyecto implicándose activamente.

Se atribuye a Antoine de Saint-Exupéry -ya saben, el autor de El Principito– lo siguiente: “Si quieres construir un barco, no reúnas a los hombres para obligarles a recoger madera, dividir el trabajo y cumplir órdenes, ¡mejor despierta su deseo por la inmensidad del mar!”

Y todos sabemos que el mar está lleno de peligros. Peligros … muchos. Certezas … pocas. Pero ya no queda tierra firme… y menos en la logística. 

 

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