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De aquí y de allí

Por Carolina Martínez

La semana que viene estaré en Portugal, en quince días en México, después en Bélgica, Suecia, Estados Unidos, Alemania y otros cuantos destinos envidiables. Todo en un par de meses. ¿Motivo de su viaje? me preguntan en diversas ocasiones ¿Privado o de negocio? Pues en todos estos casos, negocio.

Muchos lectores se sentirán identificados. Nada raro en estos días.

Toda esta introducción es para plantear la siguiente pregunta ¿Qué diferencia hay entre hacer negocios en un mercado u otro? Mi reflexión se orienta a los elementos comunes, más allá del sector concreto en el que se trabaje. El mío es el de la formación y, por tanto, toco desde fuera industrias diferentes.

Incluso trabajando con las diferentes filiales de una misma multinacional se aprecian esas diferencias locales. Las que tienen que ver con cómo se usan los procedimientos, con cómo se toman las decisiones y con cómo es la comunicación en el entorno profesional.  Si estas últimas no se comprenden, pueden ocasionar malos entendidos, desconfianza y desgastar las relaciones.

En mi experiencia, es fácil, y no siempre divertido, comprobar que se cumplen casi todos los tópicos que asociamos al factor cultural.

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En Alemania, como todos sabemos, un plan es un plan. Y se hace para ser cumplido. Por otra parte, puedes esperar recibir feedback explícito y muy franco. Es decir, que te digan a la cara, en público y sin rodeos cuando algo no está resultando como esperan. No hay que tomarlo de manera personal.

El civismo de los nórdicos se hace patente en las pequeñas cosas. Si llega usted pronto a una reunión y conduce su propio vehículo de alquiler, no aparque en las plazas libres más cercanas a la puerta del edificio. Esas las necesitarán las personas que lleguen con el tiempo justo. Vamos… ¡lo mismito que aquí!

Los suecos son reconocidos por la búsqueda del consenso. Esto, junto con que se busca la opinión y aportación de los empleados de diferentes niveles en la organización, hace que las decisiones finales obtengan un fuerte respaldo. Pero el proceso suele resultar más largo de lo que nos gustaría.

¿Qué decir de mis amigos británicos? El verdadero significado de sus palabras es a veces difícil de interpretar porque es habitual que usen un lenguaje ambiguo e indirecto, con su famoso humor como arma para decir ciertas cosas.

Si va usted a Brasil, siéntanse como en casa, pero con apellidos con un origen de lo más variado. Las relaciones personales y familiares forman parte de las conversaciones de trabajo. Y tengan en cuenta que hay que cuidar y respetar la jerarquía de la organización.

Si está trabajando con norteamericanos hará bien en ser informal en el trato. Y haga un esfuerzo para ser muy expresivo. Ríase fuerte. Apreciarán que sea directo en la forma que expresa sus opiniones. Asocian el ser directo con ser honesto. Vaya al grano en lo que quiere decir. Aquí especialmente, el tiempo es dinero.

Aún hay más tópicos de los que disfruto a menudo: la importancia de los títulos y certificaciones para los austriacos; el orgullo de todo lo patrio de los franceses; las infinitas rondas de brindis de agradecimiento de las cenas chinas

¿Y cómo somos nosotros?

Por otra parte, estos son los comportamientos típicos de los españolitos que viajamos por el mundo y que no se suelen ver con buenos ojos: la charla social en las reuniones de trabajo y preguntar por asuntos personales, una puntualidad poco estricta, usar el imperativo y no el condicional como fórmula de cortesía.

Todo ello tiene mucho que ver con la percepción que se suele tener de nosotros: rudos, irrespetuosos y poco corteses. Y eso no es bueno para el business.

 

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