Últimamente, y en pocos días, he escuchado en varias ocasiones “que si estamos en tiempo VUCA”, “que si el mundo es VUCA”, o “sobre claves para triunfar en época VUCA”…
Para aquellos que como a mí les ha sorprendido la irrupción repentina de esta palabra que parece haberse puesto de moda en el ámbito empresarial, a continuación una breve introducción a la misma. Porque no la encontrarán en el diccionario de la RAE, ni en el del Uso del Español de Maria Moliner. Que ya he buscado yo.
VUCA es el acrónimo de Volátil, Incierto (Uncertain, en inglés), Complejo y Ambiguo. Dice la Wikipedia que el término comenzó a usarse en el campo militar en los años 90 para describir el mundo surgido tras el fin de la Guerra Fría.
Retos e incógnitas en la gestión empresarial
Y todas las referencias al mismo en el mundo empresarial están relacionadas con los retos de gestión que suponen este mundo nuestro que cambia a mayor velocidad que nunca.
- Con la comprensión de cómo se están transformando los modelos de negocio.
- Con la nueva revolución industrial: la transformación digital y la dificultad de la convivencia de colectivos con diferente grado de digitalización.
- Con la dificultad de diferenciarse y ser visibles en un entorno diverso y cambiante.
- Con cómo explorar y anticipar el contexto externo y las fuerzas que afectan a la posición competitiva de la empresa.
- Con el abordaje de retos multiculturales y multigeneracionales.
- Con aprender las claves para gestionar y motivar equipos remotos.
- Con la transformación de roles y puestos de trabajo y el reto del valor adicional que se requiere de los mismos.
No tengo respuestas a todas estas incógnitas y seguro que cualquiera de los interesados en el mundo de la logística que lea esto aún planteará más aspectos a considerar.
Nos falta la deseada bola de cristal. Y ante este panorama incierto… ¿cómo tomar decisiones acertadas? ¿Cuáles son las señales de aviso previo que nos ayudarían a identificar la necesidad de un cambio inmediato?
Una cosa está clara. A pesar de las dificultades no podemos dejarnos llevar por la corriente que no sabemos a dónde nos llevaría. Más que nunca debemos dirigir la embarcación de nuestro negocio cogiendo los remos y dirigiendo el timón hacia el futuro que nosotros queremos que sea.
¿Éxito asegurado? Ni mucho menos. Pero el fracaso en sí mismo no es el mayor riesgo, sino la incapacidad para aprender del mismo. Una de las competencias claves que se requieren de los puestos claves en las organizaciones es la capacidad de adaptación. Siempre lo ha sido, pero ahora la capacidad de resiliencia -otra palabrita de moda- es esencial.
Esta es la esencia de la visión estratégica. Y luego es cuestión de bogar. Con esfuerzo y corrigiendo la deriva, pero manteniendo el rumbo.







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