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Se quemó el caucho

El otro día leí que se había producido un incendio en un taller mecánico, y que habían ardido cientos de ruedas apiladas en un depósito. Según parece la chispa prendió de madrugada en el almacén exterior y por suerte no sobrevino daño personal alguno. La cosa quedó en poco más que una densa humareda visible desde los pueblos vecinos y un desagradable olor a goma quemada; aparte de la desgracia del propietario que apilaba ruedas, y como víctima colateral un poblado gitano que se arremolinaba junto a la tapia del taller.

Los agentes dilucidaron que se podía tratar de un siniestro intencionado porque no encontraron cable alguno ni aparato eléctrico entre los neumáticos almacenados. No sé si la temporada da para pocas noticias o el relente de los primeros fríos otoñales nos embriaga con cierta apatía. El firmamento se oscurece y ni siquiera se vislumbra el asteroide Melancholía que embiste nuestro mercado.

Al igual que la humareda provocada por aquel incendio encapota el horizonte, nuestra redacción se espolvorea con una trasformación meditada. Una nueva compañera se alumbra en la máquina procesadora, y la explosiva combustión del caucho se diluye de inmediato. Pronto asoman de nuevo los primeros rayos de luz. Tras muchos años liderando el periodismo del neumático y la postventa ha llegado la hora de un recambio joven. Una nueva periodista que con ayuda del equipo tendrá que lidiar con talleres, redes, fabricantes y distribuidores.

Ana Gutiérrez, periodista sagaz y entusiasta, asumirá la elaboración de la revista Cuadernos de Neumáticos y todos los productos digitales que la escoltan. Además, aporta el conocimiento digital que parece acompañar innatamente a los bisoños.

Las palabras se queman a 451 grados Fahrenheit pero las gotas frías de otoño  ya traen los primeros brotes para una nueva etapa. ¡Suerte Ana!

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